Por Alison García
Psicóloga Clínica
Sobre pensar o busy brain
Desde mi propia experiencia, quiero revelar los efectos de pensar demasiado y lo mentalmente agotador que puede ser. Aunque el tema está lejos de ser lo que la sociedad romantiza actualmente, pensar demasiado crea escenarios imaginarios de situaciones que el cerebro trata de proteger de posibles eventos desafortunados, que remiten a una preocupación constante y que, a menudo, cobran vida mentalmente; por lo que podemos suponer que los pensamientos pueden ser desde los peores hasta los más optimistas. Al hablar de cómo se siente el sobre pensar constantemente las cosas, sé que podemos dar fe de que es difícil de controlar, ya que nadie nos dice a menudo que, así como vamos creciendo las experiencias se siguen incrementando a la par de este proceso y por lo tanto vamos adquiriendo de sí, miedos, temores, emociones y de más.
Pensar mucho suele estar asociado a la ansiedad que funciona como un sistema de alarma muy potente y podemos destacar que, ésta, también viene acompañada de síntomas que a grandes rasgos están concentrados en el sistema autónomo de nuestro organismo, así como lo es la sensación de nerviosismo, agitación o tensión, pánico, respiración acelerada (hiperventilación), sudoración, temblores, cansancio, etc. La ansiedad surge para quien la experimenta en diversas situaciones de constante angustia, porque simbólicamente limita los pensamientos y los direcciona a surgir de lo almacenado del pasado y crea una constante a pensar en el futuro y, por supuesto, como toda angustia, destruye los elementos habituales y persistentes que pudieran actuar para encontrar paz y reposo de tus propias inseguridades.
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La ansiedad se puede englobar en un círculo de angustia provocado por una situación alarmante, por consiguiente, está atribuida a la confirmación de miedos que surgen de las situaciones problemáticas en las que ya nos hemos visto inmersos y tememos volver a vivirlas, claro hablando de nosotros como el factor común en la situación hipotética. No hace falta decir que siempre hay momentos de alivio en todo esto, ya sea gradual o instantáneo que sirven, de cierta forma, para encontrar paz entre tanta tormenta, pero al mencionar que estos puedan o no estar presentes en la dinámica, no dejamos de lado que los sentimientos de angustia pueden remontarse nuevamente, como ya así los famosos “altibajos emocionales”.
Así entonces, definamos a la angustia que dinámicamente abarca el ejercicio de sobre pensar situaciones, puesto que designar cierto estado de expectativa frente al peligro y preparación, deja al sistema en constante alerta, lo que probablemente sea el resultado de este abrumador deseo de tener todo en orden y bajo control, que viene con nosotros todos los días gracias a que lo hemos adquirido en nuestro desarrollo a partir de lo externo; así, cuando el problema está más allá de lo que podemos arreglar o trabajar, se convierte en estos pensamientos intrusivos, que deben provenir de la misma ansiedad que, en pocas palabras; se vuelcan del pensamiento excesivo, por lo que entonces éstos se repiten una y otra vez de forma espontánea.
No hay apuro, respiro en calma, pienso despacio. (Andrea Soriano)