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Cómo afecta mi niñez, en mi yo adulto

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Por Alison García

Psicóloga Clínica

En la infancia somos como esponjas porque solemos obtener información de las personas que nos rodean, quienes en realidad se encargan de nuestra crianza, la principal fuente de información sobre todo son nuestros padres. El primer objeto del amor es la madre, porque ella es la raíz de muchas de nuestras grandes acciones y la raíz de todo lo que somos hoy. ¿Por qué poner tanto énfasis en las cosas que no recordamos? Los primeros años de vida son cruciales para el desarrollo vital de una persona, pues la genética y las experiencias ambientales moldean la estructura del cerebro y dan forma al comportamiento humano en esta fase, todo lo que pasa desde el día cero, e incluso desde la gestación, afecta en el desarrollo del individuo, pues el empieza a identificar cosas y personas, empieza a entender posiciones de cada uno de ellos y que representan para él, crea vínculos por eso es que yace la importancia de comer, jugar y amar en el proceso del desarrollo del infante.

Ahora bien, viendo el significado en relación con el crecimiento del infante, es importante señalar que las complicaciones surgen en la edad adulta, y vale la pena señalar que todos experimentan ciertas complicaciones, todas las cuales varían según las circunstancias. Lo difícil son los prejuicios que surgen a partir de los cuestionamientos que todo el mundo deja de lado cuando crece, y que no afectan cuando las personas forman su propia asimilación y aceptación de manera sana. Los primeros años de vida tienen un gran impacto en el futuro de un niño: afectan su desarrollo cerebral, salud, bienestar, capacidad de aprender en la escuela, bienestar e incluso ingresos en la edad adulta. La mayoría de las personas tienen inseguridades personales, traumas, baja autoestima, relaciones abusivas, dependencia emocional, etc. que fueron muy dolorosamente cultivadas desde la infancia hasta la edad adulta, que afectan con muchos complejos sus relaciones actuales. Las circunstancias nos moldean y nuestras experiencias crean reacciones en nosotros, por lo tanto las experiencias de la infancia dan forma a la edad adulta.

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Recordar quiénes éramos de niños es una parte de nosotros que se manifiesta en forma de sentimientos, pensamientos y emociones asociados a determinadas situaciones que lo activan. Todos tuvimos traumas emocionales no resueltos cuando éramos niños que ahora afectan nuestra vida diaria y las interacciones con los demás como adultos, y al mirar hacia atrás podemos salvar las causas de muchas situaciones no resueltas que ahora están en desacuerdo con nosotros.

Como adultos, el entorno en el que crecemos también tiene mucho que ver con quién aprendimos, quién nos educó e incluso quién educó a nuestros padres; pues como todo, viene de una línea de vida para hoy ser quienes somos.

“El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él, y que le hará mucha falta.” (Pablo Neruda)

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