- Advertisement -spot_img
- Advertisement -
- Advertisement -spot_imgspot_img
HomeEmocionesLo que se permite, se repite.
- Advertisement -spot_img

Lo que se permite, se repite.

- Advertisement -

Por Alison García

Psicóloga Clínica

Es cierto que no podemos ser responsables de las acciones de los demás hacia nosotros, así como no podemos ser responsables de sus decisiones que nos afectan. Permitir es dejar que una persona haga algo o no oponerse a que lo realice aun teniendo autoridad para hacerlo. También como pronominal significa tomarse la libertad de hacer una cosa. Sé que la palabra suena a culpa cuando estás constantemente en situaciones dolorosas, y estrictamente hablando, en este proceso de aprendizaje, no nos enseñan a poner límites, pero en nuestra edad adulta, la falta de una barrera significa la llamada decepción. Expresamos nuestro poder personal al decidir ceder el control de nosotros mismos a los demás. Decir “no” a los demás refleja nuestra fuerza personal. El autoempoderamiento no es mezquino, amenazante o agresivo, sino que surge de forma natural y sabe marcar un tono que incluye nuestro amor propio y cuando nos encontramos en una situación desafiante es porque estamos tratando de compensar una deficiencia en una situación a través de la felicidad y la aprobación de los demás.

Muchas veces entramos en relaciones tóxicas porque nos han enseñado a acumular los restos del amor, haciéndonos creer que está bien seguir adelante y seguir preocupándonos sólo para conservar los breves momentos de felicidad que nos brinda. Esta falta de limitaciones está relacionada con las historias que nos contamos sobre las personas que queremos permanecer en nuestra vida, y para no destruir esta fantasía de lo que eso significa, preferimos aferrarnos al sueño, aunque sabemos que la realidad nos promete algo diferente sobre el futuro no existe.
Decir que no nos conecta automáticamente con la culpa inconsciente en relación a los estados emocionales de lo demás, de quienes nos sentimos completamente responsables, eso nos vuelve permisivos y dejamos que los demás atraviesen esas barreras personales para contar con su aprobación y de esa.

Sugerimos: ¿Escuchar o que te escuchen?

Qué paradójico es esto. Hacemos conexiones a lo largo de nuestras vidas y, a medida que crecemos, cuantas más personas conocemos de este tipo menos entendemos el poder de decisión y solo caemos en la simple monotonía de coincidir con este tipo de persona. Nos volvemos esclavos de más cosas, y más libertad perdemos. Creemos que la hazaña de volvernos alguien más social es agotadora, pero cuando lo hacemos, descubrimos que fuera de nuestra propia burbuja, las cosas no son lo que imaginamos. Luego dedicamos nuestra vida a esfuerzos mediocres y acciones inútiles que adoptamos para sobrevivir.

No volvemos personas sordas sin poder percibir la belleza que podemos cambiar en este momento. Luego sufrimos porque nos “permitieron” no irnos, y lamentablemente seguimos creyendo que es culpa nuestra, y luego nos volvemos prisioneros de la prisión de nuestros fracasos, y peor aún, nos volvemos prisioneros de nuestros éxitos. Luego nos damos cuenta de que esto nunca fue lo que queríamos al crecer ,sino conquistarse a uno mismo y convertirse en dueños de nuestros pensamientos y dueños de nuestro propio bien, y empezamos a soltar todo eso que decíamos era nuestra culpa.

- Advertisement -
- Advertisement -spot_img
Redes sociales
13,200FansLike
Lo más leído
- Advertisement -
- Advertisement -spot_img
- Advertisement -
- Advertisement -
Notas relacionadas
- Advertisement -
- Advertisement -