Por Alison García
Psicóloga Clínica
La disociación es un mecanismo que tiene nuestro cuerpo para protegernos del dolor emocional. Habitualmente se activa cuando ha habido trauma o una ansiedad, es un proceso psicológico en el que una persona se desconecta de sus pensamientos, sentimientos, memorias o sentido de identidad. Es un mecanismo de defensa que el cerebro utiliza para protegerse de experiencias traumáticas o estresantes. Los síntomas pueden variar desde leves, como soñar despierto, hasta graves, como los trastornos disociativos, donde las personas pueden experimentar amnesia, identidades múltiples o una sensación de desconexión con la realidad.
Como seres humanos invertimos una gran cantidad de energía intelectual y emocional en distanciarnos de cosas que nos desagradan por lo tanto la disociación de vuelve una importante función adaptativa de sobrevivencia, por lo tanto, evitamos integrar información desagradable y en este sentimos intentamos defendernos.
La disociación a menudo se relaciona con la dificultad para recordar eventos difíciles o traumáticos. Este mecanismo de defensa psicológico puede hacer que una persona bloquee conscientemente o inconscientemente recuerdos de situaciones que fueron demasiado dolorosas o perturbadoras para manejar en el momento. Al hacerlo, la mente intenta proteger al individuo del sufrimiento emocional asociado con esos recuerdos.
La disociación puede causar que las personas no recuerden eventos importantes. Esto es especialmente cierto en el caso de la amnesia disociativa, un tipo de trastorno disociativo donde la persona pierde la memoria de información personal significativa, a menudo relacionada con eventos traumáticos o estresantes. La pérdida de memoria en la amnesia disociativa no puede ser explicada por el olvido normal y puede afectar de manera considerable la vida de la persona, interfiriendo en sus relaciones, trabajo y bienestar general.
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Es un fenómeno complejo y profundo que revela la extraordinaria capacidad del cerebro humano para protegerse de la realidad dolorosa. En su esencia, hasta cierto punto se vuelve un refugio, un mecanismo de defensa que permite a la mente fragmentarse y separar experiencias insostenibles del resto de la conciencia. Es una respuesta ante lo intolerable, una forma de sobrevivir cuando enfrentamos eventos que desafían nuestra comprensión y resistencia emocional. Permite a la persona continuar funcionando en situaciones de extremo estrés. Por otro lado, crea una distancia emocional y cognitiva que puede dificultar la formación de relaciones íntimas y la integración de experiencias vitales.
En casos de amnesia disociativa, la persona puede olvidar detalles específicos de un evento traumático o incluso no recordar el evento en absoluto. La disociación puede ocurrir durante el evento traumático, haciendo que la persona se sienta desconectada o como si estuviera viendo la situación desde fuera de su cuerpo.
Este tipo de olvido puede complicar el proceso de recuperación, ya que los recuerdos reprimidos pueden seguir afectando a la persona de maneras indirectas, como a través de flashbacks, pesadillas o síntomas físicos. La terapia, especialmente la terapia centrada en el trauma, puede ser útil para ayudar a las personas a procesar y recuperar estos recuerdos de manera segura.
Recuerda que estamos estructurados de nuestras propias experiencias unas buenas, otras no tanto y es posible que eso nos deje restos dolorosos, pero el dejar que sean parte de nosotros permite siempre que aprendamos y seamos más fuertes.