Por Monsetrrat García
Hace más o menos 40 años, en las visitas que en familia hacíamos a mis abuelitos en la comunidad de La Laborcilla, recuerdo que lo más complicado era carecer de agua potable. Cada que llegábamos, el primer o segundo día, dedicábamos unas horas a caminar hasta el manantial para acarrear agua, no recuerdo qué tan lejos estaba, pero siendo niña, se me hacían trayectos muy largos. Todos teníamos que llevar un bote, cubeta o lo que sirviera para traer agua suficiente, la cual consumiríamos durante los días que permanecíamos de visita y si sobraba, mejor, aunque casi siempre volvíamos al manantial uno o dos días antes de irnos para dejar agua a los abuelitos. Era curioso ver cómo brotaba agua del suelo, la gente procuraba tener el lugar limpio, siempre que íbamos, los adultos retiraban cualquier cosa que hubiera llegado a este sitio y que pudiera ser contaminante del agua, recuerdo el manantial como una grieta en la tierra. Al regresar con el agua, la vaciábamos en dos grandes cántaros de barro, los cuales permitían tenerla fresca, aunque estuvieran en el exterior. Ya en los cántaros, el agua se veía blanquecina, era usada sólo para beber y cocinar, porque para bañarse y lavar, la gente acudía al río que atraviesa la comunidad. La verdad no me tocó presenciar el momento en que llegó el agua potable a La Laborcilla, ya que mi abuelito falleció antes que eso pasara, lo que ocasionó que mi abuelita cambiara de domicilio a Pueblo Nuevo, no tan lejos de La Laborcilla, la cual en ocasiones visitamos cuando pasamos al panteón. Lo que sí recuerdo es cuando colocaron tubería, la cual era visible a lo largo de la carretera que va a Amealco ¡Era increíble que por fin el agua potable llegaría a todas esas comunidades de la zona! Fue en marzo de 2015 cuando me enteré, durante una entrevista que le hice al expresidente municipal de San Juan del Río, Jaime Nieto Ramírez, que en el trienio que gobernó, el cual va de 1988 a 1991, se realizó la introducción de la red de agua potable en las comunidades de la zona sur del municipio, más sorprendente fue para mí, que me dijera que para iniciar las obras solicitó apoyo a Petróleos Mexicanos (Pemex), empresa que le facilitó más de 16 kilómetros de tubería de seis y ocho pulgadas, la cual se introdujo en Santa Lucía y se amplió a otras comunidades; esas obras cambiaron la vida de mucha gente del campo, gente que todos los días tiene presente el valor real del agua.
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