Por Alison García
Psicóloga Clínica
La confianza entre padres e hijos adolescentes es fundamental para el desarrollo de relaciones sanas y de un ambiente familiar armonioso y amable para la estructura familiar. Sin embargo, construir y mantener esa confianza puede ser un desafío debido a la etapa de cambios y búsqueda de independencia que caracteriza la adolescencia. Para lograrlo, es necesario el compromiso de ambas partes, basado en la comunicación abierta, el respeto mutuo y la comprensión.
Uno de los pilares más importantes para generar confianza es la comunicación efectiva. Los adolescentes necesitan sentirse escuchados y comprendidos sin temor a ser juzgados, que es lo que normalmente no hacen los adultos. Muchas veces, los padres imponen su autoridad sin dar espacio al diálogo, lo que genera distancia y desconfianza. Por ello, es clave que los padres practiquen la escucha activa, mostrando interés por las preocupaciones de sus hijos sin minimizar sus emociones.
Del mismo modo, los adolescentes deben esforzarse en expresar sus sentimientos con respeto, comprendiendo que sus padres tienen la intención de guiarlos y protegerlos, aunque a veces no encuentren las maneras correctas de llevar a cabo todas estas tareas pues siguen aprendiendo a medida que el hijo va creciendo y de los intereses que va adquiriendo.
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El respeto mutuo es otro aspecto fundamental en la construcción de la confianza. Los padres deben entender que sus hijos están en una etapa de autodescubrimiento y que necesitan cierta autonomía para tomar decisiones y el guiarlos desde las herramientas correctas debe permitirlos a que si se equivocan puedan encontrar soluciones. Imponer reglas excesivamente estrictas o invadir su privacidad puede hacer que el adolescente se sienta sofocado y busque esconder aspectos de su vida como un mecanismo de defensa o temor a lo que puedan decir sus padres. En cambio, establecer normas claras y razonables, negociadas en conjunto, permite que los adolescentes se sientan valorados y responsables de sus actos.
Por otro lado, la coherencia y el ejemplo son esenciales en este proceso. Un padre que exige honestidad pero que miente o no cumple sus promesas pierde credibilidad ante su hijo al igual que en casos viceversa. La confianza no se impone, sino que se gana con acciones diarias que demuestran integridad y respeto. Cuando los adolescentes ven que sus padres son congruentes con sus valores y enseñanzas, es más probable que los imiten y los respeten.
En conclusión, la confianza entre padres y adolescentes no se construye de la noche a la mañana, sino que requiere paciencia, empatía y compromiso de ambas partes. Una comunicación abierta, el respeto mutuo y el buen ejemplo son claves para fortalecer este vínculo. Al lograr una relación basada en la confianza, los adolescentes pueden sentirse más seguros y apoyados, lo que les permitirá tomar mejores decisiones y desarrollar una autoestima saludable y así que sus relaciones a fuera de casa puedan ser igual de sanas ya que tendrán aprendido como es la construcción de dicha confianza con otros y consigo mismo.
