Alison García
Psicóloga Clínica
Cuando una persona cercana a nosotros ha sido diagnosticada con un trastorno psicológico, emocional o mental, es natural que surjan dudas, preocupaciones y desafíos en la manera en que nos relacionamos con ella. La comprensión, el respeto y la empatía son claves para construir una relación saludable, que respete tanto la dignidad de la persona como sus necesidades particulares.
Lo primero y fundamental para tomar este nuevo proceso como acompañante o externo es infórmate sobre el trastorno, pero no lo uses como etiqueta, porque si bien, aunque existe el concepto de forma específica de cada trastorno no quiere decir que sean todos exactamente igual, ya que depende de la persona, sus vivencias y carencias.
Aprender sobre el diagnóstico específico puede ayudarte a comprender mejor los comportamientos, reacciones o necesidades de la persona. Sin embargo, es importante no reducirla a su diagnóstico. Un trastorno no define a nadie en su totalidad. Sigue viendo a la persona con sus fortalezas, historia y personalidad.
Deberás dar un esfuerzo mayor con estas personas, pero no como una carga, pues recuerda que nadie pide venir con todo esto entonces evita juzgar o minimizar lo que siente. Frases como “no es para tanto” o “solo tienes que pensar en positivo” pueden invalidar su experiencia tú 100% no es el mismos de otros así que considera eso para que también los otros puedan ser recíprocos en esta parte. En su lugar, escucha activamente y valida sus emociones. A veces, el simple acto de estar presente y disponible tiene un gran valor terapéutico.
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El fomentar la comunicación honesta y segura crea un espacio donde la persona se sienta libre de hablar sin miedo a ser rechazada o incomprendida. Pregunta con respeto cómo puedes apoyar mejor. No supongas, escucha ya que muchas veces el suponer nos lleva afectar por la falta de información que tenemos acerca de la situación.
Respeta los límites y reconoce tus propios límites también, pues es fundamental respetar los límites que la persona necesite establecer. Al mismo tiempo, cuida tu bienestar emocional. Apoyar no significa absorber todo el peso. Es válido buscar ayuda para ti también por que como lo mencione anteriormente requiere un esfuerzo extra y es válido también saber que necesitamos ayuda para afrontarlo.
No tomes las crisis como algo personal en ciertos momentos, la persona puede actuar con distancia, irritabilidad o desánimo. Estos estados pueden ser síntomas del trastorno y no necesariamente un reflejo de lo que siente hacia ti. Mantener la calma y no reaccionar a la defensiva puede evitar conflictos innecesarios.
Fomenta el tratamiento profesional sin imponerlo apoyar el tratamiento psicológico o psiquiátrico es esencial, pero obligar o presionar puede causar resistencia. Puedes sugerir, acompañar o facilitar el proceso, pero el deseo de mejorar debe nacer de la persona misma.
Sé paciente: el proceso de mejora no es lineal habrá avances y retrocesos. La recuperación o manejo de un trastorno es un camino largo, y tu apoyo constante puede marcar una diferencia significativa.
Tratar con una persona con un trastorno diagnosticado requiere sensibilidad, educación emocional y compromiso. No se trata de ser un “salvador” ni de cargar con todo, sino de estar, escuchar y acompañar de manera consciente y empática.
