Por Alison García
Psicóloga Clínica
¿Nostalgia o no? No lo sé, pero hoy reflexioné un poquito, pues no sé cómo es la forma correcta para todos de llevar un duelo y sé que cada quien encuentra su forma de llevar paso a paso este tipo de momentos.
Mi abuelita se fue de poco a poco, un día solo ya no tenía ganas de cocinar, ¿lo raro? Es que ella no quería que nadie tocara sus cazuelas y ahora ya le daba igual. Desde que supimos que pronto se iría todos los días le decía que la quería esperando que al otro día siguiera ahí para volver a decírselo.
Cuando partió entendí que ya no sufría, y agradecí eso, pero el pilar más grande de la familia se había ido, espero que con Dios como ella lo quería, y si no espero sea esa estrella más gigante en el cielo que sabe brillar tanto como cuando ella estaba. Pero se fue y su casa dejó de ser su casa, no había más plantas, su montón de ollas y cazuelas que de pronto para mí era algo normal descubrí que la caracterizaban fueron desapareciendo de un día a otro, parecía como si de repente hasta su olor se desvaneció. Nos seguíamos lamiendo las heridas, y puedo decir que no han cicatrizado, ¿pero…cuando sanarán? Una incógnita más.
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Una estrella más de repente apareció mientras otra rama más del árbol familiar se reunía con quien más rotos nos dejó aquel niñito de los más latosos que me cruzado si me permiten contar, ¿Cuál fue la prisa? fue lo que todos nos preguntamos ante tremenda noticia, pero cual haya sido la razón solo sé que valiente fuiste.
Por otro lado, la despedida de mi abuelo, no sé cómo describirla ¿esperada? ¿inesperada? No lo sé, espero algún día descubrir cómo fue. Solo sé que se sintió como si me hubieran arrancado a alguien que esperaba se quedará para siempre, una más. Logramos conocerlo los últimos años de su vida, lo irónico es que gracias a él nos conocía gente que no recordábamos o quizá nunca habíamos visto y desde mi opinión es algo que me sorprendió porque si les puedo confesar el abuelito era muy duro e imponía el máximo esfuerzo en todo lo que hiciéramos.
Y de repente ya no estaban, el mundo no se detuvo, nuestras actividades siguieron de repente ya era Navidad, Año Nuevo llegó, unos que otros le sumaron otra raya al tigre y entonces de repente nos encontramos recordándolos aquí como si fueran palpables y seguimos descubriendo historias que ni conocíamos y que lamentablemente en vida no nos dimos tarea de escuchar.
Solo espero que, si tus pasas por esto, puedas encontrar las formas más amables de tratar tu corazón y tu mente, busca sanar desde el amor, dejando ir lo que no sea tuyo y haciéndote cargo de lo que te toca, valora lo que tienes y a los que tienes porque la vida se va de la noche a la mañana.