Por Alison Estefanía
Psicóloga Clínica
*Aunque el tiempo puede ayudar en gran medida en el proceso de curación, no siempre es la única solución
Cuántas veces hemos escuchado esas frases tan constantes que hace alusión a referencias constantes de nuestro desarrollo “el tiempo dirá” y creemos que tras todo esto podemos dejar que la vida pase esperando que algo cambie solo viendo pasar los días, como la solución menos complicada y que no implica un esfuerzo extra de nosotros ciertamente.
Y al hablar de que “el tiempo lo cura todo” sugiere más bien que con el paso del tiempo, las heridas emocionales y las dificultades tienden a sanar o a perder intensidad. Aunque el tiempo puede ayudar en gran medida en el proceso de curación, no siempre es la única solución ni garantiza la resolución completa de todos los problemas. Es importante reconocer que algunas heridas pueden requerir atención activa, como terapia o apoyo social, para sanar completamente. Sin embargo, es cierto que el tiempo suele ser un aliado poderoso en el camino hacia la recuperación y el bienestar emocional.
Las estaciones cambian, las estrellas se desplazan en el firmamento y los continentes se mueven lentamente y claro que en todo eso algo cambio, pero en nosotros no es francamente lo mismo, pues podría decir que la vida lleva cambios diminutos conforme pasan los días, pero hablando emocionalmente podemos decir que dentro de nosotros algunas emociones puedan ser persistentes si bien se sabe que pueden surgir de manera imprevista, hay que tomar en cuenta la intensidad en que se ocasionan.
Sugerencia: Momentos caóticos
El tiempo puede ser un factor importante en el proceso de curación, pero en muchos casos, llevar a cabo un trabajo adicional también es necesario para sanar completamente. Esto puede incluir buscar apoyo emocional, como terapia o asesoramiento, aprender nuevas habilidades para afrontar los desafíos, practicar el autocuidado y trabajar en el crecimiento personal. Dejar pasar el tiempo puede permitir que las emociones se calmen y que las perspectivas cambien, pero a menudo se necesita un esfuerzo activo para abordar y superar los problemas de manera efectiva.
En nuestras vidas, el tiempo es un compañero constante. Desde el momento en que nacemos, el tiempo comienza su trabajo silencioso, dejando su huella en cada experiencia y en cada elección que hacemos. Las relaciones se forman y se desvanecen, los sueños se realizan o se desvanecen y las personas que amamos envejecen junto a nosotros. A veces, el tiempo puede parecer un enemigo implacable, marcando nuestras vidas con pérdidas y desafíos inesperados. Sin embargo, también nos brinda la oportunidad de crecer, de aprender y de encontrar significado en cada momento fugaz.
A medida que contemplamos el paso del tiempo, podemos encontrar consuelo en su constancia y en su sabiduría implícita. Aunque a veces puede parecer que estamos a merced de sus caprichos, el tiempo nos enseña que todas las cosas eventualmente encuentran su lugar. Las heridas sanan, las lágrimas se secan y las penas se transforman en nuevas oportunidades.
“El tiempo se convierte en un testigo de la historia, pero no determina el paso de ella”.