Por Alison García
Psicóloga Clínica
Creemos que al ser conscientes del bien y del mal, podemos guiar a otros a elegir el camino del “bien”. Pero tenemos que aceptar que no todos se rigen por los mismos aspectos, porque como parte de la sociedad hay que entender que el significado de cada concepto es distinto a pesar que se haya creado como uno de manera general, el decidir cómo interpretarlo es propio de cada persona.
Hacer lo correcto proviene de la honestidad, que es uno de los valores más importantes que dentro de familia se enseña, por eso muchas veces la buscamos al integrar grupos sociales, emocionales y laborales. Desde pequeños nos enseñan a ser personas, morales y éticos para que al crecer seamos un adulto que rige su vida a partir de estos mismos con alta importancia; al igual nos ayudan a encontrar las mejores pautas para el bien común e identificar situaciones en las que podemos cometer errores que perjudiquen a otros a partir de nuestras acciones.
A primera vista, la justicia y el derecho parecen ser lo mismo, pero en realidad se conllevan y se utilizan como complemento uno del otro. Pero cuando analizas estos conceptos no como definiciones de diccionario, sino como conceptos filosóficos que son parte de cada día, te das cuenta de que lo justo suele ser lo opuesto a lo correcto como lo suele significar esta contrariedad.
La humanidad está rodeada de un mundo de posibilidades para todo en lo que nos adentramos, pero vivimos en un mundo mediado y controlado que se impone a la propia naturaleza de lo que pudiera suceder. Nadie es igual, y entender la decisión de otra persona es tan difícil como mezclar aceite y agua. Los humanos somos muy creativos e inteligentes, pero es sorprendente cómo la creatividad y la inteligencia a veces pueden usarse para herir y engañar.
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A algunas personas les resulta difícil ser honestos cuando saben que está en juego una compensación a su favor, y quizás nunca nos percatamos que están ocultando algo o que no están haciendo lo correcto, pero siempre sabrán que fracasarán a partir de su falta de honestidad que es como debería ser, aunque lamentablemente no sea así todas las ocasiones.
En nuestro contexto, tenemos que aceptar las consecuencias de cada decisión que tomamos y de cada acción que realizamos, de las cuales asumimos toda la responsabilidad. Muchas veces las recompensas por hacer lo correcto superan las consecuencias, e incluso suponiendo que hagas lo correcto para todos, las consecuencias pueden no ser positivas.
Cualquier acción, por pequeña o insignificante que sea, se vuelve significativa si tiene como objetivo hacer lo correcto. Para muchas personas, y por muchas razones, lograr lo correcto lleva mucha reflexión, y resulta ser la base para lograr algo muy valioso; y no hay duda de que se necesita mucho para lograr este objetivo.
Domingo Ladula dijo: “No se puede hablar ni vivir valores, sino ser parte de lo que es más importante para mí sin afectar a nadie más que siempre hace lo correcto”.
