Por Alison García
Psicóloga Clínica
Admiro a todas las personas que siempre parecen creer hacia dónde se dirige su vida, incluso si me hacen preguntarme si realmente lo saben o si soy la única que se pierde de vez en cuando y duda en el camino. Estamos acostumbrados a fingir que no vivimos con mil dudas, y no imagino ni siquiera decirlo, porque la desorientación debe ser más común de lo que parece o tal vez me muevo por el mundo de manera diferente y muy lejana a lo normal, pero he aprendido que no siempre necesitas la seguridad de saber a dónde se supone que debes ir enseguida.
Creemos que tenemos un poder tremendo para mediar plenamente en el comportamiento de otras personas y lo aceptamos. Necesitamos un sentido falso de lo que otros pueden hacer por nosotros, en el que asumimos la responsabilidad de los demás, asimismo, asumiendo sentimientos, pensamientos y tratando de explicar otras acciones. De esta manera, sólo estamos dando un mensaje de erróneo de por qué no le estamos dando a la otra persona la oportunidad de responder a esa incertidumbre o falta de respuesta, ¿y por qué no lo harían? En pocas palabras, es el aspecto más amplio que nos permite, ante situaciones tan desconocidas, negar o ignorar intenciones responsables o, por el contrario, afectar a ambas partes por igual.
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En psicología, asumir surge del proceso adaptativo, que implica asumir que hay aspectos o situaciones que no podemos cambiar y que debemos aceptarlos tal como son. La responsabilidad supone evaluar las consecuencias buenas y malas y tener en cuenta la vulnerabilidad de quienes se involucran y todo ello es solo indicador de la importancia de dicha palabra con tal peso de importancia.
La empatía es nuestra capacidad para afrontar los problemas de otras personas desde nuestra propia perspectiva, es decir, desde nuestra propia manera de hacer las cosas. Entonces, además de sonar como parte del deseo de empatizar con los demás, se convierte en una realidad de vencer a los demás y renunciar a nosotros mismos, y por supuesto muchas veces no se nos permite actuar según ese impulso debido a la variedad de emociones, pero luego las consecuencias se convirtieron en grandes y la tristeza amplia.
Y entonces, al hacerme tales cuestionamientos renuncié a la opción de elegirlos antes de elegirme a mí, y a no verme posicionada en dedicar mi vida a cuidarlos y luego sentirme vacía porque no cuide de mí. Y al final del día, el objetivo es crecer con todo lo que amo, aunque amo tantas cosas que me resulta imposible elegir solo una en algún momento encontraré la dirección correcta, pues a Roma no se llegó en un solo día. Aunque a veces puedo sentirme perdida, sigo creyendo que es necesario despertar y volver a preguntarte: ¿Qué vas a hacer ahora?, dar los pasos necesarios para lograrlo.
“Es más fácil comerse el mundo cuando te lo quitas de los hombros”