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El valor de lo que ya tenemos

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Por Alison García

Psicóloga Clínica

*Cuando aprendemos a valorar lo que tenemos, nos volvemos más conscientes y presentes en la realidad en la que estamos constantes

En la prisa que llevamos todo el tiempo, entre los sueños que anhelamos y las metas que perseguimos, a menudo olvidamos mirar a nuestro alrededor y apreciar lo que ya poseemos, lo que ha estado ahí y quienes han estado ahí. La vida, con sus altibajos, nos da innumerables razones para ser agradecidos, y es en esos momentos de calma, cuando el ajetreo se detiene, que descubrimos el valor de lo que tenemos y que no damos fe de ello.

Valorar lo que tenemos es cosa de razonar e internalizar el valor de esto. Es detenerse en el bullicio del día a día y sentir la calidez del sol en el rostro, el abrazo sincero de un amigo, o la risa contagiosa de un ser querido. Es reconocer y dar la importancia en cada una de esas pequeñas cosas como el aroma del café por la mañana, el canto de los pájaros al amanecer, o la paz de un libro en nuestras manos. Nos recuerda que no necesitamos grandes fortunas ni hazañas épicas para sentirnos completos.

Es fácil caer en la trampa de pensar que la felicidad está siempre un paso más allá, en aquello que aún no hemos alcanzado o que incluso damos por hecho que no existe o al menos desde nuestra percepción. Sin embargo, la verdadera intención de este “valor” reside en saber apreciar el presente, en encontrar alegría en lo que ya es nuestro y que no le dimos la importancia necesaria o en su caso debida. Cada experiencia vivida, cada lección aprendida, cada persona que nos acompaña, son tesoros que enriquecen nuestra existencia y nos fortalecen.

Cuando aprendemos a valorar lo que tenemos, nos volvemos más conscientes y presentes en la realidad en la que estamos constantes. Dejamos de compararnos con los demás y empezamos a ver la autenticidad y el valor de nuestras propias vidas. Descubrimos que, aunque no todo sea perfecto, hay belleza en las imperfecciones y oportunidades en cada desafío en el que nos podemos posicionar o que la vida ha decidido situarnos.

Sugerencia: ¿Cómo saber que ya no perteneces a un lugar?

Es descubrir que la felicidad no está en lo que nos falta, sino en lo que ya tenemos, en esos tesoros diminutos que están al alcance de nuestra mano y que, cuando los miramos con ojos nuevos, revelan su inmenso valor.

Así, valorar lo que tenemos no es solo un acto de agradecimiento con la vida, sino un camino hacia un constante recordatorio de que, en medio de la búsqueda de más, ya tenemos mucho por lo cual estar agradecidos y así ese “más” solo se incorpora a nuestro día a día sin añoranza y sin un valor ficticio. En este reconocimiento, encontramos una felicidad más completa y sencilla, esa que no depende de lo que falta, sino de la riqueza de lo que ya está aquí, con nosotros, hoy y siempre.

A veces, todo lo que nos falta es darnos cuenta de que ya tenemos mucho.

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