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Encontrar calma lejos del caos

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Por Alison García
Psicóloga Clínica

En medio del caos y el ruido del mundo, a veces lo único que necesitamos es un instante para nosotros mismos, un suspiro que nos devuelva la paz. La vida corre tan rápido que nos olvidamos de lo esencial, de ese latido tranquilo que llevamos dentro. Nos perdemos en las expectativas, en lo que otros esperan de nosotros, en las prisas por llegar a algún lugar sea como sea o lo que nos depare en la vida. Pero hay una verdad silenciosa en todo esto: la calma no está allá afuera, sino dentro de ti y conseguirla no es fácil.

Es en ese momento de quietud, cuando cierras los ojos y escuchas tu respiración, que puedes sentir cómo todo se acomoda. Los pensamientos dejan de correr, los problemas se disipan por un instante, y queda solo tu esencia, pura, sincera. No necesitas más. No necesitas hacer, ser, o demostrar. Simplemente estar ser tú, y de ti sin cumplir expectativas, o rubros creados por la sociedad.

Y en ese estar, en esa pausa que regalas a ti misma, encuentras el refugio que siempre has buscado. Un lugar cálido, un abrazo invisible que te dice que está bien, y entonces se siente bien ser tu así simple sin prejuicios. Que no importa lo que pase afuera, dentro de ti hay un océano en calma, esperando a que lo descubras sin esperanza de que alguien más te rescate de donde no se ocupa nadie más que tú mismo.

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La vida, con sus giros inesperados, a menudo nos empuja hacia lugares y situaciones que no habíamos previsto. A veces parece caótica, como si nos empujara sin dirección clara, pero hay algo profundamente misterioso en cómo se desenvuelven los eventos. Es como si, en medio de la incertidumbre, la vida siempre nos dirigiera, de alguna manera, hacia el lugar que necesitamos estar, aunque no siempre sea el lugar que creemos desear o esperábamos que al menos así fuera.

Tal vez no lo vemos de inmediato, pero las dificultades, las pausas, y los cambios inesperados son parte de un camino que nos guía hacia nuestra propia verdad, hacia esa calma interior que tanto anhelamos. La vida no se trata solo de las metas externas, sino de lo que ocurre dentro de nosotros mientras las perseguimos. Nos va moldeando, suavizando nuestras aristas, enseñándonos a soltar lo que no podemos controlar.

Es como si, en su sabiduría silenciosa, la vida nos recordara que la calma y la paz que buscamos no están al final de un camino, sino en cada paso que damos por pequeño que sean estos, si aprendemos a observar con el corazón y la mente abierta. Nos dirige, sí, pero también nos enseña a guiarnos a nosotros mismos, a confiar en ese flujo que, aunque a veces parece tormentoso, siempre encuentra su cauce y nos volvemos más amables y sinceros con nosotros mismos.

“Me gusta la calma que da el tiempo, porque lo que alguna vez sentimos como un huracán, hoy vemos que era el viento abriéndonos camino”.

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