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Encontrarlo roto no te da derecho a romperlo más

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Por Alison García

Psicóloga Clínica

*Elegir no romper más algo que ya está roto es mera de empatía y respeto

Claro que puede escucharse duro, pero es cierto y no hablo en este sentido de un objeto, aunque incluso esto aplique, cuantas veces no hemos visto en lugares, tiendas, comerciales esos famosos letreros “si lo rompes lo pagas” y aunque se ha hecho la analogía de que esta frase aplique con el corazón o más bien las emociones que este metafóricamente contiene no, no es así de simple y aunque así fuera no creo que exista valor monetario para remediar lo roto emocionalmente.

¿Qué se rompe?, ¿Qué permitimos que se rompa? Creo que emocionalmente puede ser todo, quisiera poder describir a detalle la sensación constante de esta experiencia, se rompen ideas, se rompen idealizaciones, se rompe el amor, se rompe la confianza, la seguridad en uno mismo, se rompe nuestro lugar seguro, nos rompemos y terminamos perdiéndonos en un lugar en el que no esperábamos estar posicionados. Pero si ciertamente es conflictivo, enredado desde donde lo veas, pero no superficialmente, una perspectiva en la que aplique emocionalmente este análisis permite entonces entender que eso que se rompe.

Creo que más bien es donde la frase que realmente debería permanecer en este sentido es “encontrarlo roto no te da derecho a romperlo más”. Lo que está roto no grita por ser destruido, sino por ser comprendido, entendido y escuchado. Cada grieta cuenta una historia, y aunque no puedas borrar el pasado, puedes ser parte de lo que construya un futuro diferente, si diferente a lo que ya se vivió que si bien somos construcción de todo lo que hemos vivido para ser hoy quienes somos eso no quiere decir que debas seguir rompiéndote en el camino. Cada gesto que hagas, cada palabra que pronuncies, tiene el poder de sanar o de desgarrar.

Sugerencia: Las emociones son válidas, el comportamiento no

A menudo, nos enfrentamos a personas, relaciones o situaciones que parecen irremediablemente rotas. En esos momentos de dejar que el deterioro continúe, o incluso acelerarlo, puede surgir como una manera de evitar la responsabilidad de intentar sanar, si bien tampoco podemos ser los “héroes” de alguien, sanarlos o ser quienes apacigüen dicho dolor o herida, ya que todos cargamos con nuestros propios problemas, no quita que tampoco es razón de dejar crecer esta herida desde otro enfoque.

Elegir no romper más algo que ya está roto es mera de empatía y respeto. Ya que involucra reconocer que, aunque no siempre podemos reparar todo, nuestra acción o inacción tiene un impacto en el proceso de recuperación. Al final, lo roto no siempre necesita que lo arreglemos, sino que dejemos de empeorarlo, brindándole la oportunidad de recomponerse a su propio ritmo.

Cómo tratamos lo frágil, lo dañado, tanto en los demás como en nosotros mismos. A menudo, lo que está roto no necesita ser desechado o destruido, sino comprendido, aceptado y acompañado en su proceso de reconstrucción.

Actuar desde la compasión, dándonos cuenta de que, aunque no podamos reparar todas las heridas, podemos ser parte de un ciclo que fomente la curación en lugar de la destrucción.

Roto, pero no irrecuperable.

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