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¿Escuchar o que te escuchen?

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Por Alison García

Psicóloga Clínica

Por supuesto, es inevitable no pensar en uno mismo cuando escuchas a otras personas hablar de sus problemas, pero también es agotador escucharlas hablar de sí mismas, y cuando la dinámica no es psicólogo-paciente, y no me malinterpreten muchas veces estoy en total disponibilidad de escuchar a mi gente y así como la palabra lo indica “escuchar”, sin más me he percatado que tan simple es para otros que al intentar externar la opinión misma tornar el problema de uno a ellos, típica señal de intención de un protagonismo total y es que la situación cambia cuando en vez de escuchar decides hablar, sin importar la intención de la plática. Muchas veces subestimamos e incluso ignoramos el poder de nuestras palabras. Olvidamos que las palabras pueden crear una variedad infinita de sentimientos y damos por sentado a quién le expresamos nuestros pensamientos.

Necesitamos prestar más atención a lo que decimos, pero más importante aún, a cómo lo decimos. Las palabras tienen el poder de explicar o confundir, unir o dividir, crear o destruir, acelerar o detener el tiempo, herir o consolar. Nos definen no sólo nuestras acciones, sino también nuestras palabras. Por eso es importante pensar antes de hablar y no sólo decirlo, porque no sabemos el impacto que pueden lograr y mucho menos el impacto que pueden tener en los demás. Todo dice algo si encuentras la manera de escuchar, porque no todo se puede comunicar con palabras y no todo tiene sonido. Las personas que aprenden a escucharse a sí mismas siempre están un paso más cerca de descubrir la verdad. Pero siento que el mundo es un lugar lleno de distracciones, diseñado para que no puedas oírte a ti mismo, para que tu entorno siempre sea más ruidoso que tus propios pensamientos, y vaya que así es.

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Entonces, cuanto más te comprendas a ti mismo, más probabilidades tendrás de no encajar. Porque escucharse a uno mismo significa responder a sus propias preguntas y crear sus propias reglas, lo que puede hacer que el mundo y sus reglas le parezcan extraños e incómodos. Sin embargo, no hay nada más importante para mí que desarrollar mis propias ideas y creatividad, que con el tiempo pueden convertirse en una adicción, una forma de escape y curación.

Dejar de hacerlo sería encogerse y volver a seguir unas reglas que ya has descubierto que no son tuyas. Entonces, cuando aprendes a interpretar las cosas de manera diferente; sin escuchar, sin hablar, simplemente siendo consciente de cómo te sientes, accedes a tu realidad y no la dejas escapar. Entonces te das cuenta de que todo está fuera de tu control. En la vida hay momentos buenos y hay momentos malos que nos pasan día a día entre tristeza y felicidad. Una vida ideal no existe, es una montaña rusa de acontecimientos y emociones; Vale, es gracioso, pero no hay nada como disfrutar de todo lo que te rodea, respetarte y encontrar a quienes estarán ahí para ti y tu para ellos, y así el necesitar un hombro para llorar, un oído para que te escuche, jamás será una situación complicada.

“Tu boca es como un ejército, tú sabes si la usas a tu favor o en tu contra”

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