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Expectativas no comunicadas, frustraciones premeditadas

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Por Alison García
Psicóloga Clínica

Las expectativas surgen de una combinación de factores internos y externos que moldean nuestra manera de ver el mundo y de relacionarnos con los demás.

Las expectativas siempre nos dejan mucho que desear, sin embargo, no podemos evitar guiarnos de lo que ya conocemos, ¿esto que quiere decir? Normalmente tendemos a volver a las cosas que hemos vivido, con en nuestro presente, pero entonces no distraemos en el momento de seguir arrastrando el pasado, y claro que ahí nos viene acompañada de inteligencia emocional, no podemos olvidar que la inteligencia emocional viene de la capacidad de reconocer, entender y gestionar nuestras propias emociones, así como de percibir, interpretar y responder adecuadamente a las emociones de los demás.

Las expectativas no comunicadas son trampas silenciosas que tendemos tanto en nuestras relaciones personales como profesionales. Esperamos que los demás actúen de cierta manera, respondan a nuestras necesidades o comprendan lo que queremos sin necesidad de expresarlo. Sin embargo, cuando esas expectativas no se cumplen, la frustración se instala y es difícil hacer que se vaya, no por la mala intención del otro, sino por nuestra falta de claridad al comunicar lo que realmente esperábamos que pueden ser relacionadas con las relaciones anteriores.

Las expectativas se convierten en frustraciones premeditadas cuando, en el fondo, sabemos que pueden no cumplirse, pero aun así nos aferramos a ellas sin comunicarlas ni ajustarlas a la realidad. Es decir, cuando nos adelantamos al desenlace y, en lugar de gestionar la situación con claridad, nos predisponemos al desencanto.

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Lo paradójico es que muchas de estas frustraciones son premeditadas. No porque queramos sentirnos mal, sino porque inconscientemente nos aferramos a la idea de que “deberían saberlo”, “es obvio” o “si me conocen, lo entenderían”. Pero la realidad es que cada persona ve el mundo desde su propia perspectiva con sus propias prioridades, experiencias y formas de interpretar los hechos y aunque deseado no se ha creado la habilidad de leer mentes, quizá sí de hipotetizar o estimar algo, pero aun así tendría que ser un esfuerzo extra irracional.

Olvidamos e ignoramos las señales que nos dan los demás y creamos cierta ilusión de que en el futuro podemos crear esa idea tan idealizada. A veces, todo indica que lo que esperamos no sucederá, pero en lugar de adaptarnos o replantearlo, seguimos insistiendo en nuestra visión idealizada. La frustración premeditada ocurre cuando nos aferramos a una expectativa sin dar margen a la comunicación, la flexibilidad o la comprensión de la otra persona. La solución no es dejar de esperar cosas, sino aprender a comunicarlas, revisarlas y, sobre todo, aceptar que los demás no siempre actuarán según nuestras proyecciones.

La clave para evitar este ciclo de desilusión es la comunicación honesta y abierta. Expresar lo que queremos, sin asumir que el otro lo adivinará, no solo nos ahorra frustraciones, sino que también fortalece las relaciones, porque permite construir acuerdos y comprensión mutua. Al final, la claridad no solo evita malentendidos, sino que también nos libera del peso de las expectativas incumplidas.

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