Por Alison García
Psicóloga Clínica
La invalidación emocional es un fenómeno en el que una persona, de manera intencional o no, descarta o minimiza los sentimientos de otra, creando un ambiente donde las emociones no son vistas como importantes al menos para él. Esta dinámica puede manifestarse en diferentes formas, desde comentarios despectivos como “no es para tanto” hasta actitudes que implican indiferencia o rechazo hacia lo que el otro siente y expresa.
La invalidación emocional es cuando alguien minimiza, ignora o rechaza los sentimientos o emociones de otra persona. Este tipo de comportamiento puede hacer que la persona que experimenta la invalidación se sienta incomprendida, ignorada o que sus emociones no son válidas. Algunos ejemplos comunes de invalidación emocional incluyen frases como “no es para tanto”, “estás exagerando” o “deberías sentirte feliz en lugar de triste”.
Este tipo de invalidación puede ser muy dañino a largo plazo, ya que puede que socialmente tenga un impacto brutal en la conexión emocional entre las personas. Además, puede llevar a que quien es invalidado cuestione la legitimidad de sus propias emociones, lo que puede tener consecuencias negativas para su bienestar emocional.
Cuando una persona es invalidada emocionalmente, puede llegar a sentirse confundida o rechazada, lo que genera un impacto profundo en su autoconcepto. Con el tiempo, la víctima de este tipo de interacción puede empezar a dudar de sus propios sentimientos, cuestionándose si realmente son apropiados o si merecen ser expresados, que incluso en consecuencia de este mismo se cree la idea de que sus problemas puedan ser exageración misma. Esto no solo afecta la confianza en sus emociones, sino que también puede repercutir en la capacidad para comunicarse de manera abierta y propia de cada uno como persona que tiene permitido sentir.
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La invalidación emocional tiene consecuencias serias para las relaciones interpersonales. Cuando una persona se siente invalidada repetidamente, es posible que comience a distanciarse emocionalmente, evitando compartir sus pensamientos y sentimientos por temor a ser juzgada o ignorada. Este tipo de desconexión puede volverse una barrera significativa para la construcción de vínculos afectivos sanos, ya que la validación emocional es un factor fundamental para el entendimiento mutuo y la empatía.
Aprender a validar las emociones de los demás no implica necesariamente estar de acuerdo con ellas, sino más bien reconocer su existencia y su importancia, tal vez no estemos de acuerdo en los argumentos sin embargo escuchar se vuelve importante para al menos entender su punto de vista. Decir algo tan simple como “entiendo que te sientas así” o “es lógico que te afecte” puede marcar una gran diferencia. Al validar las emociones de otros, estamos fomentando un ambiente de respeto y aceptación, donde cada individuo siente que sus experiencias emocionales son vistas y valoradas; y así no se forma una idea vana de algo que tiene un gran valor emocional.
Es importante aprender a validar las emociones de los demás, lo que significa reconocerlas y aceptarlas, sin necesariamente tener que estar de acuerdo con ellas.
