Por Alison García
Psicóloga Clínica
Las personas tóxicas son aquellas cuyo comportamiento y actitud afectan negativamente a las personas que las rodean. Pueden surgir en cualquier entorno, ya sea en el trabajo, en la familia, en el círculo de amigos o en las relaciones amorosas. Estas personas suelen tener un patrón de comportamiento que incluye la manipulación, la negatividad constante, la crítica destructiva y la falta de empatía.
La manipulación es una de las características más comunes de las personas tóxicas. Utilizan tácticas como la culpa, la intimidación o el chantaje emocional para controlar a otros y obtener lo que desean sin importar el daño que puedan ocasionar. Esta constante manipulación puede llevar a que otras personas se sientan inseguras y dependientes. Los celos y la envidia son otros rasgos comunes. Estas personas no pueden soportar el éxito o la felicidad de los demás y harán todo lo posible por sabotear o menospreciar los logros ajenos. Su falta de apoyo y su competitividad malsana pueden crear un ambiente hostil y poco colaborativo.
La deshonestidad es una característica recurrente en las personas tóxicas. Mienten o distorsionan la verdad para proteger sus propios intereses o para manipular a los demás. Esta falta de integridad y transparencia mina la confianza y la seguridad en cualquier relación. El comportamiento pasivo-agresivo es otra táctica que emplean. En lugar de expresar su descontento de manera directa, lo hacen de manera indirecta y sutil, lo que puede crear tensiones y malentendidos en las relaciones. Este tipo de comportamiento es difícil de confrontar y resolver debido a su naturaleza encubierta.
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Las personas tóxicas nos desafían de maneras que a menudo no esperamos o al menos no creímos que tendríamos que afrontarnos a esto. Nos ponen a prueba, nos agotan emocionalmente y, a veces, nos hacen dudar de nosotros mismos. Sin embargo, también nos ofrecen una oportunidad invaluable: la de aprender y crecer.
Este tipo de personas suelen ser aquellas que están profundamente heridas y por eso también se les es difícil relacionarse de una manera sana, pues suelen ser personas que no han trabajado en sí mismas o que tienen un nivel de conciencia diferente al de otros. Son personas posiblemente no crecieron con figuras de apego seguro y todo esto tiene en común dos cosas:
- Son personas iguales que tú y yo
- Que normalmente sufren
Al enfrentarnos a la toxicidad, también desarrollamos una mayor empatía y comprensión. Nos damos cuenta de que el comportamiento tóxico a menudo surge de heridas internas, inseguridades y miedos no resueltos. Esto no excusa sus acciones, pero nos permite ver a las personas con una perspectiva más compasiva y, a veces, perdonadora. Y esta perfecto que pongamos limites y que incluso nos alejemos si es necesario, pero al menos entenderlo desde otra perspectiva no tan imponente, permitiendo pasar de la rabia y el odio a la compasión y al deseo de que todas las personas seamos felices y eso es tal vez lo que nos sana y tan solo tal vez lo que nos libera de todo esto.