Por Alison García
Sé que este sentimiento proviene más de cómo pensamos sobre nosotros mismos que de quiénes somos realmente y te juro que es confuso porque te llena de tantos pensamientos que simplemente inestabilizan, y vaya suele ser estúpido, pero es cierto que hay miles de comentarios alrededor de personas de personas que te aman y si no les crees no sabes cuán ciertas son y creerles es una entre un millón. Qué difícil es, porque a pesar de ser uno entre un millón, te hace sentir muy reemplazable.
Si tienes que dejar de ser buena persona, si tienes que dejar de darlo todo, si tienes que dejar de intentarlo, te lo preguntas mil veces. Seguirás siendo una buena persona porque los demás son otros y tú eres tú y al final las acciones siempre nos definen. Pero tienes que aceptar y admitir que algunas personas son malas y no siempre puedes salvarlas, tampoco podrás hacer que te amen, tienes que admitir que sus palabras y acciones te lastiman, te debilitan, y eso hizo que te derrumbaras.
Vale la pena y sí, es una locura, pero dejaste que sucediera porque no te amaste lo suficiente como para darte cuenta de que no eran buenos para ti; admite que es mejor seguir adelante y entender que todo es una lección para hacerte sentir mejor, sé una persona más fuerte porque quedarte quieto no te permitirá ser quien debes ser, no tienes que disculparte por quién eres, déjate ser quién eres aunque no estés a la altura de sus expectativas, permítete aceptar la idea de que nunca podrás ser perfecto con otras personas, pero no dejes que te roben la paz que debes sentir.
Sugerimos: Solo espero…
La verdadera felicidad es la tranquilidad. Sin angustia, sin presión social superficial, sin relaciones personales dañinas. La felicidad no siempre es reír, cantar, saltar, estar hiperactiva todo el tiempo o distorsionada por alguna alegría excesiva, porque a diferencia de la alegría, la verdadera felicidad no termina, es permanente. Un estado de pura paz, con la mente clara, plenamente presente en el momento presente y por tanto en absoluto control de todo lo que te sucede. Controla tus pensamientos, controla tus palabras, controla tus acciones, controla tus emociones, la felicidad es paz interior para que puedas disfrutar cada segundo de tu vida.
Leí en alguna parte que a veces hay que caer porque el mundo se ve diferente desde el suelo. Una vez que estás allí, creo que, si quieres moverte, tienes que levantarte. No siempre hay un desencadenante específico al que puedas reaccionar, pero a veces una sacudida te abre los ojos. El velo que llevabas mientras caminabas también habrá desaparecido. Empiezas a entender y a mirarlo de otra manera. Los colores previamente apagados se vuelven más fuertes y vivos. Te relajas, aceleras y luego entonces de alguna manera te levantas y te sientes a ti mismo otra vez.
“Sin darte cuenta vas a volver a ser tú, pero mucho más fuerte”