Por Alison García
Psicóloga Clínica
El estigma es “un fuerte disgusto hacia algo por parte de la mayoría de las personas en la sociedad, especialmente cuando el juicio social es injusto”. Las personas pueden tener prejuicios contra muchas cosas, como personas de una determinada cultura, un determinado estilo de vida o personas con problemas de salud como enfermedades mentales.
El estigma de la salud mental se ha convertido en una barrera para las personas que buscan ayuda y, más específicamente, quieren tratarse mejor y vivir una vida mejor. Este sentimiento puede ser provocado por familiares, amigos, compañeros o la sociedad en general.
Como sociedad hemos crecido con la idea de que la salud mental impide que una persona alcance su potencial, cuando por supuesto la definición de salud mental es un estado de equilibrio que debe existir entre el individuo y el entorno sociocultural. Estos incluyen el bienestar emocional, psicológico y social y afectan la forma en que una persona piensa, siente, se comporta y reacciona ante momentos de estrés; sugiere que, dado que no hay ninguna proposición en esta definición, psicológicamente somos así. Una salud insuficiente para corresponder a lo que creemos o decidimos globalizar en un sentido aceptable.
Si bien quiero discernir un poco el concepto ya que si la salud mental es todo lo que vuelve al ser humano a una realidad palpable, pero eso no quita del camino el trabajo indicativo que debe ser el conseguir tal “salud mental” tan planteada con características específicas, pues el conseguir o tomar partido dentro de tal desequilibrio de una vida cotidiana es también tal palabra, intentar volver a una normalidad que tuvo algún impacto externo, que en algún momento salió de nuestro control y luego entonces tuvimos que buscar ayuda, eso también es parte de la tal “salud metal”, el hacerse responsable de un mismo mental, física y emocionalmente.
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El problema es que estas creencias son a menudo simplificaciones o generalizaciones sobre grupos de personas que son inexactas y ofensivas. Las emociones pueden crear ideas erróneas sobre vivir con una enfermedad mental. El estigma se puede ver en la forma en que se habla de la enfermedad. Esto se convierte en un problema cuando las personas comienzan a asociar estas enfermedades con sentimientos o emociones como algo que se puede superar fácilmente, invalidando así las experiencias de otras personas.
El estigma sobre la salud mental proviene de diversas fuentes, como las creencias y el trastorno en sí, que hace que alguien se comporte de manera anormal. A veces, el estigma no es obvio y, a veces, es simplemente la forma en que las personas describen la enfermedad o a la persona que tiene una enfermedad mental. Uno de los factores más importantes que hace que el estigma sea tan poderoso es que, en casos extremos, puede hacer que las personas rechacen o excluyan a otros. Por lo tanto, buscar información sobre este tema y hablar sobre él puede ser la diferencia entre que una persona busque tratamiento profesional o no.
“Una vez leí que la empatía consiste en entender cómo se siente el otro y no cómo nos sentiríamos nosotros si nos hicieran lo mismo porque somos personas diferentes y quizás las cosas no nos afectan en la misma medida, y mira, qué razón tenía”.
