Por Alison García
Psicóloga clínica
Ser agradecido se ha vuelto un reto últimamente. ¿De dónde me sostengo para que la vida no me siga quitando a los que quiero? Y juro que no quiero sonar desagradecida ante las oportunidades, pero así es como esto los días han seguido avanzando, pero retrocediendo en cada lágrima que se me escapa de vez en cuando, en los miles “sin tan solo hubiera”, sé que luzco irritante y así me siento, sigo dando los pasos en chiquito muy literalmente cuidando no hacerle daño a nadie, ni dañándome a mí y es difícil, pues siento que viene un torbellino cada que sigo.
Los días buenos son de contarse, sin embargo, de los días malos ya he perdido la cuenta, vuelvo cansada de miles actividades que aún me dejaban suficiente pila, y hoy simplemente energía es la que me hace falta para seguir.
En situaciones difíciles, cultivar la gratitud puede ser un faro de luz en la oscuridad emocional. En lugar de recurrir al pesimismo, la gratitud se convierte en una dinámica vital. Primero, reconocer las pequeñas bendiciones cotidianas se vuelve crucial. Apreciar la salud, la conexión con seres queridos o incluso un rayo de sol en un día nublado adquieren una nueva importancia. La gratitud implica un cambio de perspectiva, y cambiar patrones de pensamiento arraigados lleva tiempo y esfuerzo.
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En momentos difíciles, la atención tiende a centrarse en la supervivencia inmediata, dejando poco espacio para la reflexión positiva.
La gratitud también sirve como recordatorio de la resiliencia humana. Enfrentar desafíos nos brinda la oportunidad de crecimiento personal y fortaleza emocional.
Agradecer por las lecciones aprendidas en la adversidad nos empodera para superar obstáculos futuros con mayor sabiduría. Además, expresar agradecimiento hacia quienes nos apoyan en momentos difíciles fortalece los vínculos emocionales, y nos da oportunidad de aprovechar el ahora.
La conexión humana se intensifica cuando compartimos nuestras gratitudes, creando una red de apoyo que se vuelve invaluable en tiempos difíciles, si bien el golpe se amortigua de alguna manera.
Se que la gratitud durante las situaciones difíciles no solo es posible, sino esencial porque, aunque se pierda en el transcurso se gana al mismo tiempo y podremos esperar a que las cosas sean como esperábamos, pero no, no es posible controlar todo y eso lo que en muchas ocasiones es lo que pesan en el proceso.
Al cambiar el enfoque hacia lo positivo, encontramos fuerza en lo aparentemente simple y construimos un fundamento emocional que nos guía a través de las tormentas. Ser agradecido en la adversidad no niega la dificultad, sino que destaca la capacidad humana para encontrar luz incluso en los momentos más oscuros.
Practicar la gratitud no significa minimizar las dificultades, sino encontrar resiliencia y crecimiento incluso en medio de ellas. Con la práctica constante, se puede entrenar la mente para buscar y apreciar lo positivo, incluso en las circunstancias más difíciles.
Qué raro es el duelo, hay días que pesan. Pueden pasar meses, años y estar “muy bien”, pero un día te levantas lloras como si hubiese pasado ayer. Hay ausencias que nos marcan para toda la vida y dolores que nunca pasan, solo se aprende a vivir con ello.