Por Alison García
Psicóloga Clínica
La forma más fácil en que elegimos culpar a los demás es por cosas de las que no queremos responsabilizarnos. Freud explica que la culpa, el amor y la pulsión están íntimamente relacionados; la culpa como el “dolor psicológico” que los individuos infligen al traicionarse y subyugar su amor. Por lo tanto, cuando alguien culpa o reprocha a otra persona por algo, siempre significa que no se responsabiliza de lo que le ha sucedido personalmente o en general en el mundo que lo rodea y así es cómo dejamos que otros se ocupen de lo que nos agobia, pero sabemos que es nuestro.
Puedo decir que en un momento de mi vida yo era básicamente esa persona, y hasta en la más pequeña situación tendía a verme tan pequeña, que si no me hacía notar no me señalarían por ser culpable de algo y a raíz de esto dejaba que otros se hicieran cargo de todo. “Como tú quieras” frase tan gastada, pero con tanto peso en la situación en la que la llevas a cabo; frase que debo confesar me la apropie, a tal punto que al encontrarme con alguien al que esa frase se volvió más suya que mía, pues con ella se quitaba tanta responsabilidad que le correspondía, pero al darme partida de elección con ella, las consecuencias a partir de lo que yo quisiera eran obvias que serían mías porque con eso se deslindó tan fácil como lo fueron esas palabras, lo que a mí me hizo cuestionar a mares, era por qué si las cosas fueran como yo quisiera sería claramente en pro de mis necesidades; y si a partir de esto afectaba o repercutía, la culpa iba a ser solo mía porque por ende la decisión fue tomada por mí.
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Por eso que queremos responsabilizar a otros por cosas que no queremos hacer, así que cuando las acciones que tomamos tienen un impacto negativo, buscamos al culpable, y siempre es más fácil mirar afuera y ver quién tiene la culpa porque la batuta de responsabilidad fue transferida a otro.
Al seguir actuando como adultos, adoptamos un modelo apropiado y relajado para minimizar nuestra responsabilidad; esto es mucho mejor que admitir que hemos afectado nuestra vida y la de los demás, y que esto inevitablemente conduce a que nos equivocamos, y tenemos que responder a ello. Lo más fácil es no participar para poder decir constantemente que alguien más se equivocó o me lastimó y que solo soy una víctima o un espectador.
Para las personas muy narcisistas o carentes de autonomía, culpar a los demás se convierte primero en un hábito y luego en una estrategia. Tal comportamiento implica que el desarrollo de sentimientos y valores se ha detenido. Las personas que se comportan así sufren y causan sufrimiento a quienes les rodean. Culpar a los demás y a las circunstancias es una forma fácil de no asumir la responsabilidad de uno mismo, una forma de disculparse por lo sucedido. Pero también es la forma más efectiva de perder el control de tu vida.
“Sé la persona con la que te gustaría cruzarte en este mundo”.