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Soy lo que sobrevive de mí

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Por Alison García

Psicóloga Clínica

*A pesar de las experiencias, cambios y posibles pérdidas a lo largo de la vida, hay una parte esencial que perdura

La frase “Soy lo que sobrevive de mí” puede sugerir una reflexión profunda sobre la identidad y la esencia de uno mismo. Esto quiere decir que, a pesar de las experiencias, cambios y posibles pérdidas a lo largo de la vida, hay una parte esencial que perdura y permanece con nosotros sin importar el tiempo o las circunstancias. Esta parte puede estar relacionada con la esencia, las experiencias vividas, los recuerdos, y aquello que define de manera fundamental a una persona.

Soy lo que sobrevive de mí, un cúmulo de experiencias, sueños rotos y reconstruidos, amores perdidos y encontrados, errores que me enseñaron y triunfos que me moldearon. Vivencias que me llevaron a ser quien soy, cosas que tuve que dejar, incluso personas que también se quedaron en mi pasado que aun así llevo conmigo en los recuerdos de los momentos que vivimos que claro implican buenos y malos.

Cada arruga en la piel cuenta una historia, cada cicatriz guarda un recuerdo de algo que nos pasó. Hemos visto días de luz y noches de sombras, lluvias constantes otras no tanto, hemos reído hasta el dolor y llorado hasta el alivio. En cada uno de esos momentos, algo en nosotros fue cambiado pasando los días, algo ha perecido, y algo más ha nacido. No somos la misma persona que fuimos ayer y es tan cierto que puede ser inesperado, pero tampoco somos del todo completamente distintos. Somos lo que ha quedado después de las tormentas, las risas y las lágrimas.

Sugerencia: Los no negociables

Crememos que dejamos a tras a nuestra versión de niños que jugaba sin preocupaciones, ese que no tenía obligaciones tan establecidas en la infancia, pero ese yo pequeño sigue ahí con sueños tan grandes como el cielo, aún vive en algún rincón de nuestra alma. El joven que buscaba su lugar en el mundo, que se rebelaba contra las normas y soñaba con cambiarlo todo, aún susurra en nuestras decisiones y no lo notamos. El adulto que ha amado, perdido y vuelto a amar, que ha encontrado la paz en la simplicidad, es ahora quien lleva las riendas, pero no olvida las lecciones del pasado, o al menos eso espero por que seria muy triste no aprender en el camino con tantos cambios, con las nuevas experiencias y con las creencias que seguiremos creando.

Cada paso que hemos dado nos ha traído hasta al aquí y el ahora, esperando que cada caída nos este enseñado a levantarnos sin importar que tan mal nos esté yendo. Porque al final del día y al final de la vida, no somos más que el eco de nuestras vivencias, la suma de nuestros actos y la persistencia de nuestra esencia con quienes nos permiten ser.

La esencia de quien fui se ha destilado en quien soy hoy, y lo que sobreviva de mí mañana será aún más fuerte, más sabio, más pleno. Soy lo que sobrevive de mí, y en esa supervivencia, encuentro mi verdadero ser.

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