Por Alison García
Psicóloga Clínica
Para superar el miedo, lo primero que debemos hacer es reconocerlo, es difícil, como todo tenemos miedo a cosas específicas, pero cuando no es tan visible para unos mismo o tan evidente cierto miedo es cuando vamos en alerta esperando el golpe metafóricamente hablando.
Al identificar lo que nos causa temor, comenzamos a desmantelar su poder sobre nosotros. Ya sea miedo al fracaso, al rechazo o a lo desconocido, entender su origen nos permite enfrentarlo con mayor claridad. Enfrentar nuestros miedos de manera constante nos permite construir tolerancia y reducir la ansiedad pues vamos soltando las cosas que no podemos controlar. Cada pequeño paso que damos hacia lo que tememos es una victoria que nos acerca a la superación.
Además, cambiar el diálogo interno es esencial pues el dialogo interno suele caracterizarse por repercutir en nuestra contra que yo suelo llamarlo “esa charla conmigo misma”. Los pensamientos negativos suelen amplificar el miedo y hacerlo de un tamaño que no creímos que pudiera ser algo que a simple vista puede parecer pequeño. Transformar esos pensamientos en afirmaciones positivas o realistas puede cambiar nuestra perspectiva y darnos el valor necesario para avanzar.
La confianza en uno mismo es esencial para enfrentar y superar los miedos. Cuando crees en tus habilidades y en tu capacidad para manejar situaciones difíciles, es más probable que tomes acciones valientes, incluso cuando sientes miedo. Esta autoconfianza se desarrolla a través de la experiencia, el aprendizaje, y el reconocimiento de tus logros, por pequeños que sean dejando que los miedos aparezcan, pero siendo conscientes que si no lo permitimos no siempre van a estar presentes. Cuando entendemos mejor aquello que nos asusta, reducimos la incertidumbre que alimenta el miedo. Por ejemplo, si temes hablar en público, aprender técnicas de oratoria y practicar en pequeños grupos puede fortalecer tu confianza ante la multitud.
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Es importante recordar que el miedo es una parte natural de la vida. No debemos verlo como un enemigo, sino como una señal de que estamos en la frontera de nuestra zona de confort a la que tanto nos aferramos desde que la encontramos. Practicar la valentía, que no es la ausencia de miedo, sino la capacidad de actuar a pesar de él, nos deja que expandir nuestros límites y alcanzar nuestro verdadero potencial es más sencillo.
Desarrollar la confianza en tu capacidad para recuperarte de las dificultades y saber que puedes levantarte después de una caída, aprender de los fracasos, y seguir adelante, te da la fortaleza para enfrentar tus miedos sin sentir que un error o un revés es el fin del camino. La confianza no solo ayuda a reducir el miedo, sino que también es el un enfoque importante que te impulsa a actuar a pesar de él y con él. Sin confianza, es fácil quedarse paralizado por el miedo que suele ser muy común sin darnos cuenta de ello; con confianza, te sientes capaz de enfrentar los desafíos y superarlos pues el poder que aporta es lo que nos permite dejar que el cambio surja.