Por Alison García
Psicóloga Clínica
El de sentirse traicionada es una de las sensaciones más frustrantes que hay entre muchas otras, pero esta frustración se vuelve una lucha con uno mismo y uno con lo que sabemos que puede ser capaz esa persona que nos lleva a tocar el tema de “traición”. Es una herida silenciosa, de esas que no gritan pero que pesan todos los días. No se trata solo de lo que se hizo, sino de quién lo hizo… y de lo que significaba esa persona para ti.
La traición no llega de un desconocido. Llega de alguien en quien confiaste, a quien le diste partes de ti que no cualquiera conoce. Llega de quien te prometió estar, cuidar, respetar… y aun así eligió no hacerlo. Lo más devastador no es el acto en sí, sino la ruptura de algo invisible que lo volvemos sagrado la confianza.
Es mirar hacia atrás y preguntarte si todo fue mentira y no querías darte cuenta, aunque hubiera señales evidentes; o ponerlo en duda. Que se vuelve complicado que si las palabras, los gestos, los momentos compartidos alguna vez fueron reales o solo parte de una historia que solo tú te creíste. Es sentirte ingenua, incluso ridícula, por haber entregado tanto sin imaginar que algún día esa persona sería quien más te haría daño o abusaría de tu confianza la cual es muy complicada de depositar en otras personas.
Sugerimos: El precio de confiar
Sentirse traicionada es una mezcla amarga de emociones como la rabia por lo injusto, tristeza por lo perdido, miedo por lo que venga, y una profunda decepción que no se quita fácilmente. Pero más allá del dolor, viene también la claridad. Porque a veces la traición no destruye: revela. Y duele, sí, pero también abre los ojos y nos ayuda a desprendernos.
A veces no hay respuestas, ni disculpas, ni redención. Solo queda recoger los pedazos de lo que una vez fue, abrazar el duelo y aprender a reconstruirte desde lo que queda por que a veces nos cuesta entender que somos más de todo lo que nos hicieron. Porque, aunque te hayan traicionado, eso no define tu valor. No te hace menos, no te convierte en tonta, no te quita tu luz.
La traición habla más del otro que de ti y eso hay que tenerlo muy presente porque la mayoría de veces nos tomamos una idea de nosotros por permitir que arribasen es vinculo que no a cualquier persona se le da. Y aunque ahora duela, aunque te sientas vacía, algún día mirarás atrás y verás esta herida como una marca de fuerza y aprendizaje por lo que realmente fue una superación propia. Porque sobreviviste quizá una vez más a algo nuevo o desconocido. Porque seguiste es algo que cuesta mucho. Porque, aunque te fallaron, no te fallaste a ti misma, al final te elegiste a ti y a pusiste en prioridad tu bienestar emocional.
La falta de respeto cerrará puertas que las disculpas no pueden volver a abrir.