Por Alison García
Psicóloga Clínica
Se nos ha enseñado a que debemos luchar contra el sentimiento de tristeza, que si se te presenta solo es señal de debilidad, que con ella solamente le demuestras al resto lo frágil. Sin embargo, es claro que para expresar el concepto de tristeza se debe imponer un concepto estricto de felicidad, porque para encontrar un sinónimo de algo hay que encontrar un antónimo, porque si no, ¿Cómo clasificamos estas acciones?
Veamos, proviene del área del lóbulo parietal superior del cerebro, que se activa cuando experimentamos conscientemente que algo nos sucede, mientras que la tristeza proviene de la prolactina, también conocida como la hormona de la tristeza. por lo tanto, las causas más comunes de duelo suelen ser: La pérdida de una persona, cosa o meta valiosa. Experiencia accidental.
Porque si con tanta simpleza podemos especificar y describir cómo son estas sensaciones en el cuerpo, por qué se sugiere que es tan difícil enfrentarlas, a pesar de que los resultados son muy prácticos, la aceptación de la felicidad siempre está implícita y bajo el agua, se encuentra lo que esperamos de la tormenta según la tristeza tras la experiencia de la felicidad y así como solemos mencionar que después de la tormenta viene la calma, es simple entender que de la alegría no viene la solución, ni disolución de la tristeza; ya que tendemos a forzar de maneras inesperadas la aparición del sentimiento, esperando que se concrete lo que estar triste concierne.
Sugerimos: Sentirse desplazado
No hay una lucha que debamos seguir contra esta emoción, ni tampoco exigir que la felicidad impregne para pasar de esta misma, si no viene más bien directamente de la aceptación, el entendimiento en que en muchos casos no permanece, ya que la tristeza es la emoción que activa el proceso psicológico que nos permite superar pérdidas, desilusiones o fracasos. Nos permite distanciarnos de las situaciones dolorosas para facilitar la interiorización y sanación del dolor que provocan. Asimismo, el duelo nos ayuda a empatizar el duelo de los demás y a crear una red de apoyo y consuelo.
Cuando sufrimos, nos replegamos en nosotros mismos, replegarnos para iniciar un proceso de gestión emocional que comienza con generar pensamientos alternativos sobre la situación traumática que nos ayuden a integrarlos en nuestra vida e historias personales. Luego reorganizamos nuestro comportamiento para adaptarlo a la nueva realidad en la que tenemos que vivir con la pérdida, la decepción o el fracaso. Entonces la tristeza es una emoción útil, aunque sea dolorosa, porque es el punto de partida para el proceso de aceptación de la realidad dolorosa viene de abrazar la tristeza, ya que no es un signo de debilidad, necesitamos permitirnos estar tristes, al contrario de lo que nos dice nuestra sociedad, la tristeza es en su mayoría temporal y general, por lo que permitir que exista solo define la aceptación y la próxima solución de por qué sucede.
“A veces dolerá y a veces llorarás, porque estás triste… pero ¿Qué tiene de malo?”
