Por Alison García
Psicóloga Clínica
La incertidumbre es la falta de certeza o confianza acerca de algo que ocurre en situaciones que están completamente fuera de nuestro control y sabemos que son varias, donde nos faltan respuestas e información de las mismas, información que a veces tampoco buscamos y decidimos seguir en el hilo con el que empezamos, pero no salimos de él, y esto puede generar ansiedad, incertidumbre, estrés e incluso miedo. Al hablar de incertidumbre podemos decir que estamos hablando de temores que ponen al cuerpo en constante alerta a la gran pregunta de ¿Qué podría pasar? A partir de lo que ya conocemos y estamos conscientes que puede volver a suceder, de ahí que puede reaparecer el miedo; que bien nos decía Sigmund Freud que desde su precepción el miedo es síntoma que se presenta ante la desconfianza impulsada a creer que va a suceder algo negativo, y viene de la angustia ante un peligro y que puede ser real o imaginario.
Dedicamos nuestro tiempo a cambiar la incertidumbre porque nada es seguro de nosotros en esta vida, no sabemos lo que nos depara el mañana, soltamos la necesidad de control, soltamos las expectativas, sabemos poco, pero nos quejamos demasiado. La complejidad de los procesos humanos modernos con identidades humanas a menudo denigradas que viven diferentes escenarios todos los días, nos ha obligado a repensar las formas tradicionales de atención: descentralizadas, deterministas y básicamente enfocadas en satisfacer. Los escenarios nos conforman y nosotros determinamos de qué nos enganchamos para sobre compensar, de manera que adoptamos este sentimiento constante de angustia porque no sabemos cómo manejar las situaciones, esto afecta en la dinámica que ya teníamos establecida para ir en cotidianidad.
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La gestión de la incertidumbre es el resultado de considerar los errores como parte de nuestro proceso y como un elemento significativo de mejora. Un error se manifiesta como un resultado no deseado, mal funcionamiento o control que socava la garantía de resultados correctos y deseados.
La duda es lo que más nos abruma, abruma las decisiones que tenemos que tomar, y las preguntas se adaptan al día de hoy y se sienten igual, a veces en gran medida, porque el cuerpo siente o cree que está en constante riesgo. Pero no hemos notado el lado positivo que podemos salvar de todo lo que no está en tus manos, trabajando en la capacidad de abrir nuevos escenarios para que puedas ir con la corriente y así concentrarse en administrar aquellas cosas que están bajo control. Desafía tu necesidad de seguridad, aprende a tolerar mejor e incluso a abrazar, la inevitable incertidumbre de la vida.
“Dedícate a sentirte bien contigo mismo, es con quien pasarás el resto de tu vida”.
