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HomeOPINIÓNEl anecdotario de Monset con T... ¿Calladitas nos vemos más bonitas?
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El anecdotario de Monset con T… ¿Calladitas nos vemos más bonitas?

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Por Monsetrrat García

Existen innumerables motivos por los que una mujer calla ante el maltrato de un hombre, me ha tocado escuchar a un marido decirle a su esposa “fea” y que preferiría a una mujer más joven y bella, esto frente a personas apenas conocidas que compartieron la mesa en una reunión, ella sólo agachó la cabeza y calló; en una plática informal escuché a un hombre decirle “gorda” a su esposa y que cuando la conoció estaba delgada, ella no dijo nada; yo en muchas ocasiones tuve que soportar cometarios soeces, miradas o algún roce en público de algún hombre y no dije nada, cuando tomé consciencia de esto empecé a establecer límites claros y decir con firmeza cuando algo no me agrada, sin embargo, en ocasiones, me sorprendo callando de nuevo, porque es cansada esta lucha, la cual es constante para todas, incluso para las mujeres periodistas, algunas de ellas sobajadas, menospreciadas y criticadas (la mayoría de veces a sus espaldas) por compañeros que por lo regular enfocan su atención en mujeres para este tipo de actividad poco leal al gremio y, por supuesto, nunca la dirigen a hombres, porque cuando ha pasado entre ellos, hay confrontación y entonces las cosas cambian.

A pesar que las periodistas conocen de estas actitudes misóginas, callan y tal vez sea por no saber enfrentar la situación, por no querer entrar en controversia, por no querer perder su tiempo en tonterías, por miedo a seguir siendo el blanco de ataques, puede haber un sinfín de respuestas a este silencio, las cuales ignoro, pero algo sí tengo muy claro y es que nadie va a alzar la voz por ellas, pero si necesitan sentir que no están solas para poder hacerlo, cuentan conmigo.  

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Celebro que las cosas cambien, aunque sea de forma lenta, porque tengo una hija, quien en pasadas semanas me dio una lección al alzar la voz ante lo que consideró malos tratos, pues puso un alto a un profesor que ha sido criticado por las formas incorrectas de dirigirse a sus alumnos y, en especial, a sus alumnas, actitud que tuvo por años y por la que nunca nadie le dijo nada; algunas excompañeras de mi hija preferían “llevar la fiesta en paz para que no las reprobara”, por lo que aguantaron cometarios inadecuados y maltrato verbal; de nuevo, el silencio ante la violencia de género.

Esta vez le tocó a mi hija, pero se armó de valor y expuso su molestia por una situación que consideró una falta de respeto del profesor hacia ella como alumna, si bien, la falta del profesor pudo ser corregida, fue trascendente que mi hija no se quedara callada para que el error no se siga cometiendo, y es que no se trata de linchar hombres, porque tanto ellos, como nosotras, estamos aprendiendo, pero… si nos callamos, nadie reflexiona y nadie evoluciona.

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