Por Alison García
Psicóloga Clínica
Con el tiempo, las sociedades han desarrollado estándares de belleza normativos o tradicionales para lo que se considera atractivo, es decir, adoran la apariencia como un ideal. Actualmente estamos demasiado estigmatizados físicamente y se promociona mucho el deporte, no quiero decir que sea malo, al contrario, era un problema que había que solucionar hace unos años, porque no era muy propio de la sociedad que promueve el deporte, pero después de todos estos hechos aún existen prejuicios en ciertos grupos de la población, que se sienten inseguros porque presionan para encajar en el modelo emergente y hablan sólo del cuerpo, porque todo es criticado en este momento, cuya piel, cabello, cómo vistes, cómo hablas, qué usan entre las mujeres que usan tanto maquillaje, cómo con uñas postizas, cómo con pestañas, etc.
Sin embargo, la estética de la perfección ha ido evolucionando con el tiempo y adaptándose a las características y condiciones de la sociedad de la época. De esta manera, surgieron diversas tendencias que afectaron la apariencia de las personas, especialmente de las mujeres. Tenemos que tener cuidado con estos patrones establecidos porque siempre parecen estar fuera de nuestro alcance y pueden generar problemas de autoestima e incluso trastornos mentales.
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El problema con estos patrones o rasgos es que son inalcanzables y mantienen a cualquiera satisfecho porque siempre se pueden mejorar o perfeccionar y así nos volvemos en estos esclavos de la estética irreal. Sorprendentemente, nos gusta la imagen que la sociedad nos impone, pero afecta nuestra autoestima y nunca nos deja satisfechos, y volvemos a caer en esto que la sociedad también nos enseña a nunca conformarnos, siempre podemos mejorar sí, pero no de esta forma, no tan abrupta tan que los aspectos de otros tengan que definir el nuestro.
Estas demandas sociales de belleza son una carga enorme que afecta cada nueva era, haciendo que el cuerpo sea más importante que cualquier otro atributo. Debemos tener cuidado porque estos efectos deseados pueden ser muy peligrosos e incluso afectar la salud mental como persona y es alarmante también como la familia afecta tanto en comentarios hacia nuestro cuerpo pues no entienden que no tienen el derecho ni ellos ni nadie de opinar de los cuerpos ajenos pues nosotros sabemos que es lo que nos acompleja diariamente y por ende son muy demás los comentarios de otros.
Es triste saber cómo todo esto tiene consecuencia en la vida de uno mismo en todo, cómo los vínculos amorosos, sociales, laborales y cómo más impacto con uno mismo, por ejemplo cómo lo es la relación con la comida y tu cuerpo, que ocasiona remordimiento el ingerir cierto tipo de comida y solo creamos en nosotros esta sensación de culpa constante y es confuso el ir cumpliendo todo este tipo de cánones que se han establecido, pues nos volvemos inseguros y nos conflictuamos diariamente con lo que somos y si empatizamos físico, mental y social con otros.
No podemos dar por hecho que una persona falca es una persona feliz.