Por Alison García
Psicóloga Clínica
Cuando hablamos de conexión emocional, pensamos en el sentimiento de cercanía y sintonía que puede darse entre dos personas. Esta conexión no significa atracción física, sino un sentimiento más emocional e íntimo. La conexión con los demás sucede a través de la coexistencia y la interacción constante, lo que a menudo no percibimos es que definitivamente no sucede de la manera en como nosotros lo pensaríamos, ya que tenemos personas en nuestro círculo de amigos que no se superponen.
Las conexiones también se pueden encontrar en círculos de amigos, pero no es así, el problema son los conflictos de personalidad y puede ocurrir o no; pensamos que, si estamos con ellos, hablando desde el panorama entre nosotros y los demás, en los mismos círculos pueden desarrollarse, pero no siempre como uno lo espera, ya que muchas veces es frustrante porque nos topamos con pedazos de lo que habíamos supuesto que podía pasar.
Hace unos años creía mucho en una frase que vi en una película “el clic se hace solo una vez en la vida” ya sabrán de qué película hablo, claro, la escena está idealizada y en mi perspectiva la romanticé porque la vida real no es así; creces, desarrollas nuevos intereses, conoces gente nueva, construyes relaciones y entiendes desde diferentes perspectivas otras opiniones muy parte de las tuyas e incluso la de los demás.
Cuando existe una conexión profunda, es posible que notes desde el primer momento que existe una atracción especial hacia esa persona. Quizás estés muy interesado en acercarte a esta persona, hablar con ella o saber más sobre por qué hay algo en ese ser te intriga y solo quieres conocer otro mundo por eso somos distintos mundos.
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Nos posicionamos creyendo que estas conexiones, que eran tan profundas en ese momento, estaban destinadas a durar para siempre, y no solo creemos si no más bien lo queremos, queremos que las personas que sentimos así duren para siempre, se queden y que nunca se vayan, y nos las vemos difíciles cuando no es así y claro surgen mil preguntas y nos sentimos inseguros.
Después de algunos años tras una ruptura que duró algunos años me di cuenta que me sentí así, nadie tenía idea, no era un sentimiento agradable, pero la vida no se detuvo, crecí, todavía tengo amistades de esa época que atesoro cada día, pero también conocí a gente con la que me puse en contacto; irónicamente, hice clic de nuevo, luego hice clic en amigos que se han convertido en familia, hice clic en el amor que pensé que nunca volvería a sentir, ciertamente no todos con la misma intensidad, pero con la misma valía que yo les proporciono; unos se volvieron más primordiales para mí que otros, y todo eso está bien, porque estamos en proceso, somos cambiantes y tan evolutivos, ya que de eso se trata la vida, transformarnos para mejorar y agradecer de quiénes se fueron, de quiénes se quedan y de quiénes vienen.
“Los grandes cambios siempre vienen acompañados de una sacudida. No es el fin de mundo, es el inicio de algo nuevo”