Por Alison García
Psicóloga Clínica
La madurez significa dejar de lado nuestra perspectiva egocéntrica para darnos cuenta de que existe un mundo más grande y complejo que a menudo nos pone a prueba, pero que no siempre coincide con nuestras esperanzas, sueños y necesidades. Pero a medida que crecemos, podemos vivir en paz en este mundo y aceptar todas las cosas que no nos gustan pero que no podemos cambiar. La madurez psicológica implica inevitablemente el autoconocimiento, y eso significa comprender las barreras psicológicas que creamos para impedirnos crecer, los mecanismos que utilizamos para evitar la realidad y los conceptos erróneos que nos frenan.
Mi madurez psicológica hasta ahora me ha permitido comprender que hay personas con las que ya no somos tan cercanos como antes, pero eso no quiere decir que no nos queramos mucho y he aprendido a expresar mi malestar e incomodidad. Hablar de todas las cosas que noto que no me gustan, no ceder ante reclamos o que me quieren controlar, aceptar que es mejor alejarme que aferrarme a alguien, y aceptar que estoy pasando por una situación difícil.
Tenemos que crecer, tenemos que avanzar y eventualmente dejar que todo tome un camino que no sabíamos, ni esperábamos, y eso nos dará un final hipotético, porque a pesar de lo que pensamos, el cambio vendrá después y es muy impredecible; y sé que después seguiré creciendo mentalmente y honestamente es algo que deseo. Decía Sigmund Freud “que la madurez es la capacidad de posponer la gratificación. O, dicho de otro modo, la facultad de asumir responsabilidades, acumular aspiraciones y tomar decisiones realistas”.
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La madurez está relacionada con la inteligencia, que es la capacidad de aprender de la experiencia; por tanto, las personas maduras tienen una comprensión clara de su vida y la utilizan para tomar decisiones. No se trata sólo de quejarse ni de ser optimista, la madurez emocional es un término utilizado para describir a las personas con alta inteligencia emocional y dicho que entienden las emociones propias y ajenas, tienen buenas habilidades sociales y regulan su comportamiento según el momento y el entorno.
Este conocimiento es la base para afrontar los problemas y obstáculos que enfrenta en la vida. Desafortunadamente, algunas personas, como la persona de la historia, nunca alcanzan el nivel de autoconocimiento y terminan creando más confusión y problemas, contribuyendo a la infelicidad y la agitación interior.
La madurez psicológica no significa aceptar pasivamente la realidad y aceptar el destino, sino la capacidad de mirar lo sucedido con otros ojos y utilizar este golpe para fortalecer la resiliencia, comprenderse mejor a uno mismo e incluso crecer. La verdadera madurez psicológica llega cuando practicamos la aceptación radical, cuando enfrentamos la realidad y, en lugar de avergonzarnos, nos preguntamos: “¿Qué sigue?”.
Esto significa que no importa cuán dolorosa sea la realidad, en lugar de seguir haciéndonos la víctima y sufrir innecesariamente, tomamos medidas proactivas para proteger nuestro equilibrio emocional.
